Calendario de fertilidad en nuestros tiempos
No todas las mujeres actuales en el mundo están preocupadas por el calendario de fertilidad. En el caso de la sociedad China es el gobierno el que, en vistas del importante crecimiento demográfico que experimenta, ha intentado intervenir en las decisiones de las mujeres y parejas, con el ánimo de detener la expansión poblacional o demográfica.
Desde finales de la década del 50 el estado Chino viene intentado regular infructuosamente el calendario de fertilidad, frenando así la decisión de tener hijos. Como las medidas legales no pueden influir en los procesos naturales tales como el control de la natalidad, las mujeres chinas se exponen a numerosos riesgos cuando intentan desafiar las leyes o atender su calendario de fertilidad para satisfacer su decisión de tener hijos.
También el hecho de que existan estas medidas de control implica que las mujeres no tengan el debido acceso informativo a las condiciones saludables para atender su cuerpo, la sexualidad y la planificación, por lo que muchas de ellas desconocen hasta que sus cuerpos están sujetos a un calendario de fertilidad que pueden regularlo. Esta situación se da en poblaciones rurales especialmente, dónde además de infringir la ley se observan un gran número de embarazos no planeados.
Estas medidas para controlar el calendario de fertilidad en nuestros tiempos se han reforzado año a año y han cobrado más fuerza desde la década de los 70. Eventualmente, la población se rebela tratando de expresar su disconformidad, aunque los hechos dan cuenta de que muchas veces este intento de regular el calendario de fertilidad y los procesos naturales queda en intenciones vanas.
Fracaso de la política del calendario de fertilidad en nuestros tiempos
El histórico programa de hijo único en China fue una política implementada en 1979 con el objetivo de controlar el rápido crecimiento poblacional del país. Esta política limitaba a la mayoría de las parejas urbanas a tener solo un hijo, aunque había excepciones en áreas rurales y para ciertos grupos étnicos. La política fue reforzada con multas y, en algunos casos, medidas más drásticas, generando controversia tanto a nivel nacional como internacional.
A pesar de cumplir su objetivo de desacelerar el crecimiento de la población, la política de hijo único trajo consigo problemas demográficos a largo plazo, como un envejecimiento de la población y un desequilibrio de género debido a una preferencia cultural por los hijos varones.
Ante estos desafíos, el gobierno chino comenzó a flexibilizar la política en 2013, permitiendo a más parejas tener un segundo hijo si uno de los cónyuges era hijo único. En 2015, la política fue reemplazada por una norma de dos hijos, y en 2021, China anunció una nueva política de tres hijos en respuesta a la continua disminución de la tasa de natalidad.
La situación actual refleja un giro significativo en la política demográfica de China, con un enfoque en incentivar la natalidad en lugar de restringirla, buscando equilibrar los desafíos demográficos y socioeconómicos del país.